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¿Si no fuera educadora infantil? Me hubiera gustado ser educadora infantil.

 

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Patio de bebés en el Centreo educativo Lápices de la Calle Vicente Branchat ( barrio Nou Moles).

Maricarmen Fayos. Técnico en Educación Infantil.

La más veterana de la empresa. 11 años en Lápices.

Dedicada a los niños…toda su vida. Primero de canguro, después en escuela infantil.

Ha pasado por las tres escuelas Lápices. Entró en la empresa cuando comenzó esta aventura educativa. Y ya lleva 5 en Lápices de Vicente Branchat, en el Barrio Nou Moles. «esta escuela yo la veía de pequeña cuando tenía otro nombre. De hecho yo he jugado en esta calle. Y he acabado trabajando en ella» » Siempre he tenido claro que me quería dedicar a esto.

La visitamos en su aula a eso de las 11 de la mañana de un viernes. Pero, no está. Ella y sus pequeños están disfrutando de una mañana soleada de otoño en el patio de bebés.

-Viéndote así con los bebés, tan tranquilos todos, se diría que estás feliz.

Lo estoy. Adoro mi trabajo. Y me encantan los bebés. Los considero un poco míos. Son mis niños.

-Eres la más veterana de las educadoras de Lápices. ¿Con cuántos niños has trabajado?

(Risas) ¡uf! He perdido la cuenta pero te puedo decir que he cambiado los pañales a cientos de niños.

-Has pasado por los tres centros Lápices. ¿Los ves muy diferentes?

Responden a una misma metodología, a un mismo programa, pero cada centro tiene su peculiaridad, la que imprimen su personal, su coordinadora. El haber pasado por les tres  te da una visión panorámica de la empresa, de la organización.

-Si tuvieras que buscar un calificativo que las defina.

General Avilés, es la modernidad.

Río Nervión, se caracteriza por el dinamismo, es más experimental.

Vicente Branchat, es tremendamente acogedora y familiar.

Ya te digo que las tres tienen muchísimo en común, pero el tamaño, la organización y su personal, les imprime algo diferente.

(No deja sus tareas mientras la acompañamos en su clase) Maricarmen, ¿Por qué educación infantil?

Porque me encanta. Desde siempre. Cuando era niña vivía muy cerca de la escuela de Lápices en  Vicente Branchat, en ese momento se llamaba de otra forma. De hecho, yo jugaba en esa calle  y ya me llamaba la atención cuando los niños entraban y salían de la escuela. Siempre lo he tenido claro.

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MariCarmen en un momento de la entrevista, junto a sus alumnos.

-Y si no hubieras sido educadora infantil, ¿qué te hubiera gustado ser?

Esto. No hay opción.

-Ahora trabajas con bebés, pero lo has hecho con todas las edades de infantil. ¿Con qué te quedas?

Con mis bebés. Me encanta trabajar con ellos. Alguien puede pensar que con ellos no se trabaja a nivel educativo pero no es así. Pasado el mes de adaptación adquieren rutina y se trabaja con ellos de manera individualizada. Llegas a realizar tantos programas como bebés tienes. Les estimulamos con música, les hablamos en inglés… ellos observan siempre. Les hablo mucho. Y ellos están muy pendientes de ti.  Necesitan cariño, atención, tranquilidad, sentirte cerca. Es maravilloso.

«Antes, en las escuelas infantiles  el objetivo era entretener y cuidar a los niños. Ahora, se trabaja más la parte educativa…»

-Son tan pequeños que a las familias les debe costar mucho dejarlos en una escuela…

Sí, a mí me pasaría lo mismo. Yo entiendo a esas mamás y a esos papás apenados, dudosos, que se marchan intranquilos. Son sus hijos. Me pongo en su lugar.  Y comprendo que llamen por teléfono muchas veces. No me importa.

-Muchos pueden ser reacios a dejarlos en una escuela infantil.

Sí. Pero yo que he cuidado niños en casa y trabajo desde hace 10 años en escuela infantil, te puedo decir que para los niños lo mejor es la escuela. Viven la experiencia de la socialización, se adaptan a un entorno con más niños con los que comparten protagonismo. Se dan cuenta que no están solos. Y con el número adecuado están perfecetamente atendidos. Mírame…( todos los pequeños están a su alrededor en perfecta armonía)

-¿Ha cambiado la forma de entender y desarrollar la educación infantil en estos años que llevas trabajando?

Ha cambiado muchísimo. Antes, en las escuelas infantiles  el objetivo era entretener y cuidar a los niños. Ahora, se trabaja más la parte educativa, con proyectos, con objetivos concretos en función de las edades y de las habilidades de los niños. Este sistema es mucho mejor para los pequeños. Hoy montar una escuela infantil es complejo. No es sólo tener un local y contratar educadoras. Es algo más que eso. Hay que rodearse de un  equipo  muy preparado,  pedagogas, informáticos, profesoras de inglés, técnicos, etc.

-¿Por qué crees que la proximidad al domicilio familiar es un factor tan determinante a la hora de elegir un centro?

Entiendo que influya en la decisión. Pero hoy las escuelas ya no son un lugar donde las familias dejan a sus hijos para que los cuiden por necesidades laborales. Hoy son mucho más.  Yo creo que cualquier centro no vale. Deben mirar  bien. No pueden conformarse con cualquier escuela.

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Los bebés desarrollan un proyecto educativo. Comienzan a interactuar con objetos musicales.

-Y, ¿por qué ocurre esto?

Es la gran asignatura pendiente del sector. Falta, tal vez, labor pedagógica. Muchas familias no son conscientes de la importancia de la edad entre 0 y 3 años para el aprendizaje. Tal vez, tengan concepciones desfasadas de lo que son las escuelas infantiles y por eso priman unos factores más que otros a la hora de elegir una escuela.

-Media vida dedicada a los niños. ¿Alguna experiencia negativa en la recamara?

Ninguna. Sólo lo paso  mal en junio. Lloro mucho. Sobre todo cuando se van de la escuela. Los considero un poco míos y me da mucha pena no volver a verlos.

-¿Positivas?

Todas. Ver a los niños bien, felices. O, cuando las familias te agradecen haber estado cuidando y trabajando con sus hijos. Y, hay algo que me lleva las lágrimas a los ojos… (Se emociona) cuando pasado el tiempo los ves por la calle y aún te recuerdan, sonríen al verte.

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