¿Por qué a mi hijo no le gusta disfrazarse?

¿Qué hago si a mi hijo no le gusta disfrazarse?

Muchos de vosotros os habréis encontrado con esta situación: se acerca carnaval y, con toda la ilusión del mundo, le compramos un maravilloso disfraz de león, pirata o abeja pero, cuando intentamos ponérselo, nuestro hijo o nuestra hija, se pone a llorar y, conforme lo vamos vistiendo, se va desnudando… Brrr, qué pesadilla.

Antes de nada, he de deciros que a vuestro hijo o hija no le pasa nada, no es un bicho raro ni nada por el estilo. Es frecuente encontrarnos con niños y niñas de 1 o 2 años que no quieren disfrazarse. En estas edades, están empezando su identificación personal, es decir, están conociéndose como persona. Si les ponemos una ropa que no es la habitual, puede que no se reconozca y le asuste o le de miedo. Lo mismo puede ocurrir si somos nosotros los que nos disfrazamos. No entiende que, debajo de esa peluca o de esas ropas, esté él o estemos nosotros, no nos identifica.

Según se van haciendo mayores, este miedo tiende a desaparecer. Pero también podemos ayudarles a que no lo pasen tan mal los próximos carnavales.

¿Qué podemos hacer?

En primer lugar, nunca hay que forzarle a disfrazarse. Puede ser que agravemos la situación.

Podemos jugar a disfrazarnos en casa con ropas viejas, sombreros, telas… Si lo ve como un juego, será más fácil que le guste. Además, si nosotros también nos disfrazamos, lo verán como algo natural y, seguramente, querrán imitarnos. No olvidéis nunca que sois los mayores ejemplos para vuestros hijos para todo (y recalco ese para todo, para lo bueno y para lo malo)

Es conveniente elegir un disfraz que no tenga muchos complementos, especialmente caretas, pelucas o cosas en la cara, para que cuando se vea en el espejo le sea más fácil reconocerse.

Piensa en su comodidad y en sus gustos. Si es un disfraz muy aparatoso que le impide moverse con libertad, será más fácil que se lo quite o que no lo quiera. Si el disfraz es del personaje de sus dibujos favoritos, le encantará convertirse en princesa, rey o pirata.

Debemos animar a los niños y niñas a disfrazarse, sin obligarles por supuesto, para no privarles de los beneficios que esta actividad tiene. El hacer de otro (soy médico, príncipe o pirata) les ayuda a desarrollar la empatía, a ponerse en el lugar del otro y entenderlo mejor. Desarrolla su creatividad cuando, con un trozo de tela me hago una capa de mago, un turbante de Aladdin o es el mar por el que tenemos que navegar con nuestro barco pirata.

Y, sobre todo, tened paciencia. Los miedos no son fáciles de afrontar y de superar. Si este año sólo conseguimos pintarle la cara, quizá el próximo, con paciencia y amor, consigamos que disfrute de disfrazarse con vosotros y con sus amigos.

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