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María Jesús Comeche: «La base de la educación es la felicidad, sin lugar a dudas»

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María Jesús en el patio de Lápices en la calle Río Nervión, en el Barrio de Benicalap.

María Jesús Comeche. Técnico en Educación Infantil. Monitora de natación.

Alcublana hasta la médula. En dos semanas cumple 30 años. A los 16 cambió el pueblo por la capital para formarse en educación infantil. Dos años después se enfrentó, en prácticas, a su primer aula en los Centros de Educación Lápices. Hoy, una década más tarde, dice sentirse plenamente feliz por hacer lo que más le gusta. Y reconoce que para ser educadora infantil hay que tener un toque de locura.

En vísperas de Halloween la descubrimos vestida de negro. A diferencia del resto de sus compañeras, no lleva ningún complemento en la cabeza.

-Me lo he quitado porque Eric estaba llorando y he pensado que sería por la diadema. Ellos se expresan como pueden. Al final con la observación acabas conociendo cada gesto, cada llanto, cada expresión. Son 8 horas con ellos,  cinco días a la semana.

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En este momento cuenta en clase con niños con los que comenzó cuando tenían apenas 4 meses.

-¿Llegaste a ser técnico en educación infantil por vocación o por casualidad?

Yo de pequeña quería ser policía. Me gustaba y me gusta la acción. Pero adoro a los niños. Me siento un poco como ellos. Los entiendo. Y, al final, pudieron más ellos que el Cuerpo Nacional de Policía.

-¿ Arrepentida de tu decisión?

Noooo.  En absoluto. Soy feliz con lo que hago.  No me veo haciendo otra cosa. Me gustaría seguir estudiando, eso sí. Posiblemente psicología, porque la utilizo  bastante para trabajar con los niños y quisiera profundizar en ella.

-¿Esta profesión es vocacional?

Por supuesto. No se puede ejercer sin vocación. Cualquier persona no puede estar en una clase. Hay que tener algo. Los niños lo notan. Son tremendamente selectivos. A mi siempre se me han dado bien. Me pasa como a mi madre. Ella siente envidia sana de mi cuando viene a la escuela y me ve con mis niños.

«Hay que tener un toque de locura para ser educadora infantil»

-Dices que hay que tener  algo… ¿el qué?

Un toque de locura.  (risas)… Hay que tener empatía con ellos. Ponerse en su lugar.

-¿Son más difíciles los padres/madres o los niños?

Los padres  (contesta rápidamente). Es normal. Nos dejan a lo que más quieren. Hasta que conocen bien el centro, las educadoras..sienten desconfianza, inseguridad, dudas. Pero, mi relación con ellos es de absoluta sinceridad. Sin ella es imposible construir una relación de confianza.

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Momentos antes de comenzar la entrevista se ha reunido con sus alumnos en Asamblea.

-¿Qué sentiste la primera vez que entraste en un aula?

Tenía 18 años. Estaba en prácticas. La sensación fue de vértigo. Era mi primera experiencia laboral. Mi primera empresa. Hoy me siento aquí como en casa. Considero a Lápices mi casa. En relación con los niños, me surgían muchas dudas.  Porque lo que más preocupa no es que aprendan, sino su felicidad.

-Hay muchas  teorías en este momento que apunta precisamente a eso.

 Demasiadas teorías, demasiados métodos. Educar a un niño es mucho más sencillo. Dale cariño a un niño, haz que se sienta feliz y se mostrará abierto al aprendizaje. Los ves (está rodeada de pequeños que reclaman  un abrazo). La base de la educación es la felicidad.

«Debemos potenciar la imaginación de los niños»

-¿ Te identificas con alguna teoría?

No. Me identifico con que disfruten. A mi me gustan que experimenten, se ensucien, jueguen… Nosotras en el pueblo (se ríe) no teníamos tantas cosas y utilizábamos la imaginación. Es lo que deben hacer los pequeños. Hay que potenciarla. Y es lo que hago con ellos.

-¿Se generan lazos fuertes con ellos?

Uff. Ni te imaginas.Te implicas mucho emocionalmente, tal vez demasiado. Pero, tampoco puede ser de otra manera, sino no tiene sentido.

– Y ¿cuando acaban su ciclo?

Pues sientes pena. Mucha pena. Cuando completas un ciclo y los tienes desde los cuatro meses, son parte de tí. La primera vez que despedí a un grupo después de tres años, lloré mucho. Aun lo recuerdo.

-Si te digo…

Lápices: Motivación

Agua: diversión

Fútbol: pasión

Chocolate: relax

Familia: Lo más importante

Trabajo: felicidad

Vacaciones: disfrute

Un libro que jamás  recomendarías.

El método Estivill

Por contra, uno que sí.

El principito,  de Antonine de Saint-Exupéry

-He oído que sientes pasión por el mundo de Playmobil

Sí. Tengo una colección envidiable. Pero de eso hablamos en otra ocasión… ( se despide entre risas mientras se dirige al patio)

 

 

 

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